Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.

La Gran Triada

Iniciación Masónica

Extracto de la introducción del libro «La Iniciación Masónica», de Walter Leslie Wilmshurst

«la verdadera Luz es dulce, y es precioso para los ojos contemplar el Sol»

***

La Orden Masónica parece estar regenerándose a sí misma de forma gradual y esa regeneración no debe suponer una mejora únicamente para el beneficio moral e ilustración de los masones individuales y sus logias, sino que en última instancia debe ejercer un efecto favorable sobre el marco en el que ellos existen, que es la Fraternidad Masónica en su conjunto…

…Al hablar de Iniciación Masónica no me refiero únicamente a la ceremonia y ritual de entrada a la Orden, sino a la Francmasonería Especulativa contemplada como sistema, …un método especializado de guía intelectual e instrucción espiritual; un método que ofrece a sus devotos, de forma simultánea, una interpretación de la existencia, una regla de vida, y un medio de gracia, de alcanzar y adentrarse en una vida y Luz de orden sobrenatural. Siendo la Masonería esencial y expresamente una búsqueda de la Luz

En su celo por apreciar y obtener el mayor provecho de su pertenencia a la Orden, algunos miembros encuentran difícil de definir y ubicar la Francmasonería. ¿Es una religión, una filosofía, un sistema de moral, o qué es? …La Masonería no es una religión, aunque contiene elementos de marcado carácter religioso y muchas referencias religiosas… …Basta asomarse a nuestra Constitución para contemplar con nitidez que nuestro sistema está creado para existir al margen e independientemente de la Religión; que todo lo que la Orden pide a sus miembros es una creencia en la Deidad y que se ajuste a la Ley Moral, siendo cada hermano libre de profesar cualquier forma de religión o culto que le plazca.

Tampoco es la Masonería una Filosofía, aunque tras ella se encuentre un gran trasfondo filosófico que no aparece en su superficie (rituales y doctrina), sino que es dejado para que los hermanos lo descubran por medio de la investigación y el esfuerzo. Ese trasfondo filosófico es una Gnosis o Enseñanza de Sabiduría tan antigua como el mundo, y ha sido compartida tanto por los védicos orientales, como por egipcios, caldeos, por los sistemas órficos de iniciación, las escuelas platónica y pitagórica, y por todos los templos mistéricos del pasado y del presente, ya sean cristianos o de otra fe. El actual renacimiento de la Orden Masónica parece causar un marcado, si bien gradual, aumento de interés en esta filosofía, lo que probablemente redundará en una restauración general de los Misterios, ausentes a lo largo de los últimos dieciséis siglos.

La descripción oficial de la Masonería la describe como un Sistema de Moralidad. Esto es cierto en dos sentidos, aun cuando únicamente se piensa en uno. La expresión se interpreta habitualmente como un planteamiento ético. Pero los hombres no necesitan entrar en una organización secreta para aprender moral o estudiar ética, ni es precisa una organización de elaborado ceremonial para enseñarlas. La ética elemental puede ser, y de hecho es, aprendida en el mundo profano, y es ahí donde debe ser aprendida para llegar a ser un miembro decente de la sociedad. La posesión de estrictos principios morales, como todo masón sabe, es un requisito preliminar para ingresar en la Orden; nadie entra en ella para adquirirlos tras su iniciación. Es cierto que la Orden insiste con énfasis en la práctica celosa de ciertas virtudes éticas como requisito indispensable para aquellos que pretenden adentrarse en la ciencia del espíritu, y esta es la primera acepción y el sentido más obvio en que se emplea la expresión sistema de moralidad.

… un sistema de moralidad significa de forma secundaria un método sistemático y dramatizado de disciplina moral e instrucción filosófica, basado en antiguos usos y prácticas establecidas durante largo tiempo. El método en cuestión es el de la Iniciación. El uso y la práctica son la alegoría y el símbolo, y constituye el deber del francmasón trabajar en su interpretación si desea comprender el sistema e interiorizarlo en su universo personal. Si fracasa en esta tarea, el masón permanecerá en la Oscuridad, ignorante del verdadero contenido y secretos de la Orden, aunque sea formalmente miembro de ella.

La Orden, es decir, el sistema de moralidad, garantiza únicamente su propia posesión de la Verdad. No pretende enseñarla, salvo a aquellos que se esfuerzan por conocerla. Pues la Verdad y sus auténticos arcanos nunca pueden ser comunicados directamente, sino a través de alegoría y símbolo, mito y sacramento. La carga de la interpretación debe correr siempre de parte del recipiendario, y será parte del trabajo que lleve a cabo en su vida. Hasta que él mismo se haga uno con la verdad, no sabrá en qué consiste esta. Debe cumplir la Voluntad antes de conocer la doctrina. «Ignoro por qué sucede así» —dijo San Bernardo de Claraval referente a la alegoría y al símbolo— «pero cuanto más veladas resultan las realidades espirituales, más atractivas y deliciosas resultan, y nada estimula más el deseo de ellas que ese tierno disimulo».

Así pues, la Masonería, como sistema de moralidad, no es ni una religión ni una filosofía, sino simultáneamente una ciencia y un arte, una teoría y una práctica. Y esta fue la manera en que siempre procedieron las Escuelas de la Antigua Sabiduría y Mistéricas: primero mostraban al aspirante a discípulo una imagen del Proceso de la Vida; le enseñaban la historia de la génesis del alma y el descenso a este mundo; le descubrían su estado actual, imperfecto, restringido y desafortunado; y finalmente le indicaban que había un método por medio del cual podía ser perfeccionado y recuperar su condición original. Esta era la mitad científica de sus sistemas, un avance del programa teórico ofrecido a los discípulos para que tuviesen una adecuada comprensión del propósito de los Misterios y de lo que implicaba la admisión en ellos. A continuación seguía la otra mitad, el trabajo práctico que el discípulo debía llevar a cabo sobre sí mismo, purificándose, controlando su naturaleza sensual, corrigiendo sus tendencias naturalmente indisciplinadas y sometiendo su mente, sus procesos mentales y su voluntad por medio de una rigurosa regla de vida y forma de vivir. Una vez que mostraba aptitud tanto en la teoría como en la práctica y podía soportar ciertas pruebas, solo entonces y no antes se le concedía el privilegio de la Iniciación, un proceso secreto, conferido por Maestros ya iniciados y expertos, cuyas características nunca se comentaban salvo en el mismo proceso. Tal era, en pocas palabras, la pretérita ciencia de los Misterios, ya fuese en Egipto, Grecia, o cualquier otra parte, y es esa ciencia la que, de forma muy resumida y diluida, es perpetuada y reproducida en la moderna Masonería.

Puesto que la Masonería tiene el propósito anteriormente comentado, si bien no es una religión, resulta adaptable y consistente con todas y cada una de ellas. Pero es capaz de ir más allá, pues la intención de una orden iniciática (como lo era de las órdenes monásticas de las antiguas iglesias) es proporcionar un nivel de instrucción superior y transmitir una Sabiduría más profunda que la enseñanza elemental que ofrece la religión popular y pública; y al mismo tiempo exige una disciplina personal más rigurosa e impone requisitos mucho más severos sobre la mente y la voluntad de sus adeptos. La enseñanza religiosa popular de cualquier sociedad, ya sea cristiana o no, considera a las masas incapaces de asimilar un alimento más fuerte y de adaptarse a una disciplina rigurosa; está acomodada al simple entendimiento del hombre de la calle, que camina a medio paso por el camino de la vida. La iniciación está reservada al experto, al resuelto atleta espiritual, capaz de afrontar los más profundos misterios del ser y dispuesto a alcanzar en cuanto sea posible las alturas a las que sabe que puede alzarle su propio espíritu una vez haya despertado. ¿Acaso no es debido el actual declive de interés en la religión popular y en el culto público —si no totalmente, sin duda en gran medida— no ya a la irreligiosidad, sino al hecho de que la religión convencional no satisface las necesidades espirituales y racionales de un público forzado y obligado por las exigencias de la vida moderna a insistir en una clara comprensión y un firme apoyo intelectual respecto a cualquier forma de guía espiritual que se muestre dispuesto a aceptar? ¿Acaso no se debe el abandono de las iglesias por parte de tantas personas honestas y de mentalidad esencialmente devota, que abrazan otras formas de expresión religiosa, incluida la Masonería, a esa razón y al hecho de que las religiones, al tiempo que inculcan la fe, ofrecen esperanza y proclaman el amor, fracasan por completo en proporcionar lo que los Misterios del pasado siempre mostraron: una clara explicación filosófica de la vida y el universo (no pruebas, pues en lo concerniente a las verdades últimas son imposibles, pero sí un motivo intelectual para abandonar las cosas de los sentidos y dedicarse al espíritu)?

Nada más lejos de mi intención en estas páginas que exaltar la Masonería a costa de cualquier religión o credo existente, o sugerir una competencia entre instituciones que no son ni pueden ser antagónicas, sino muy al contrario, complementarias. Tan solo estoy constatando el mero hecho de que el favor popular ha cambiado, y seguirá cambiando, en dirección al mercado que mejor provea esas necesidades, y que actualmente muchos sienten que las iglesias fracasan en esa labor, o la llevan a cabo de forma insuficiente o inadecuada. La cada vez mayor inteligencia humana ha excedido, no la verdad religiosa, pero sí algunas presentaciones de esa verdad que bastaron en unas condiciones sociales menos exigentes que las de hoy en día, y pide más alimento espiritual.

…Pero no permitamos que ninguno de nosotros, viendo cómo se le ofrece un sistema avanzado de instrucción espiritual, alimente jamás la idea de competir con ninguna otra comunidad, ni se permita el más mínimo pensamiento de desprecio o mofa hacia los que enseñen o aprendan en otras escuelas.

…Por ello la Masonería nunca despreciará las formas más sencillas o menos avanzadas de instrucción intelectual o espiritual. El masón, más aún que el resto de los hombres y en un sentido más profundo e intenso, obedecerá el antiguo mandamiento «Honrarás a tu padre y a tu madre». Sea cual sea la forma o el nombre bajo el que se presente la idea de Dios a él o a sus semejantes, él honrará al Padre Universal. Y en cualquier suelo de la Madre Tierra, o en cualquier división de la Madre Iglesia en que recibiese alimento durante su infancia, él honrará a esa Madre, de la misma forma que está obligado a honrar a su propia logia madre, encontrando en cada una de esas divisiones el reflejo temporal de otra Madre, progenitora sobrenatural descrita como la Madre de Todos Nosotros.

… «la verdadera Luz es dulce, y es precioso para los ojos contemplar el Sol»; y hoy en día hay persianas bajadas por todas partes que aguardan a ser subidas, para así permitir penetrar la luz del Sol, que no pertenece en exclusiva a ninguna comunidad, sino que es para todos los hombres por igual.

Más artículos

ESOTERISMO Y TRADICIÓN

Que muchas palabras vayan perdiendo poco a poco su significado legítimo y original en nuestros días, y que muchas otras lo hayan perdido hace ya

¿Desea contactarnos?